Tomado de: www.garabatosydibujos.com
Llevo un tiempo viendo en las redes un interesante debate sobre la
incorporación de las nuevas tecnologías en el tiempo de juego de los niños y en
sus procesos de aprendizaje.
Muchos defienden su uso argumentando que es lo que los niños van a
encontrarse en el futuro. Incluso algunos se preguntan si es necesario seguir
enseñando la letra manuscrita a los niños, ya que de mayores casi no
escribirán.
Hace unas semanas os ofrecía en un artículo una comparativa entre la
estimulación del niño a través del dibujo si éste es realizado manualmente o a
través de un dispositivo táctil. Ahora me ha parecido el momento de hablaros
del tema con un poco de ciencia.
Hablar de ciencia parece de partida algo tedioso y complicado, pero en
las próximas líneas vais a entender claramente porque es tan importante seguir
ejercitando el dibujo o la escritura a cualquier edad, ya que la estimulación
neuronal que nos proporciona es mucho mayor y más completa que si tecleamos o
desplazamos un dedo sobre nuestra tablet.
Tomaré el proceso neurofisiológico de la escritura para
explicarlo, puesto que es el que está más definido por la ciencia.
El cerebro que escribe
Dado que no soy una experta en neurología ni tampoco pretendo hacer una
clase magistral, lo que voy a intentar es trasmitiros las ideas principales
sobre el proceso que se lleva a cabo en nuestro cerebro cuando nos ponemos a
escribir.
Nos preparamos para
empezar a escribir
Desde el momento en el que en nuestras áreas asociativas parietales nace
el mensaje que queremos plasmar en el papel, las áreas motoras suplementarias (AMS) de ambos
hemisferios se encargan de la intención del movimiento. Será la corteza frontal premotora la que se encargará de
que consigamos un movimiento armónico y una correcta sujeción del lápiz.
El cerebelo y los núcleos grises centrales también contribuyen en la
programación del movimiento. El cerebelo interviene
en la programación de la duración de la contracción de los músculos, mientras
que los núcleos grises centrales se encargan de la
intensidad en la que éstos se deben activar.
El sistema motor lateral es el
encargado de programar estos movimientos. Una vez llegan las órdenes desde las AMS, se inician unos bucles en las regiones corticales (cuando el movimiento no está automatizado) o subcorticales (cuando sí lo está) que permiten la
actividad de la mano.
La corteza parietal posterior izquierda es
la que se encarga de la organización espaciotemporal del movimiento y del
almacenamiento de nuestros recuerdos de los movimientos de la escritura.
Nos ponemos a
escribir
La contracción de nuestros músculos de la mano y el antebrazo se produce
gracias al área motora primaria, que activa
las neuronas motoras responsables del movimiento. Así mismo, la activación de
la mano devuelve nuevos mensajes al cerebro, formando un circuito de envío de información que hace posible
un control preciso del movimiento.
Por su parte, la información que proporciona nuestra visión contribuye a la correcta codificación de la
posición de la mano y del movimiento, y permite controlar los espacios, los
márgenes, el trazo, etc.
El cerebelo también contribuye a
una automatización del gesto, ya que almacena la información del movimiento
durante nuestro aprendizaje de la escritura.
En este proceso, otra estructura juega un papel fundamental y es el tálamo. Gracias a él se produce la transferencia de
información procedente de nuestro cuerpo y del cerebelo y la corteza motora.
Además permite la realización de un gesto planificado y limitado para la
escritura.
Todo este proceso es extrapolable al que hacemos al dibujar, aunque el
gesto que se ejecute no sea tan especializado como el de la escritura.
Como veis, el acto de dibujar o escribir con nuestra mano es algo muy
complejo e implica toda una serie de áreas cerebrales y de conexiones que de
otro modo no se pondrían en juego. Tanto el dibujo como la escritura son
acciones específicas del ser humano y suponen una gran especialización a nivel
de motricidad fina, que otras actividades "más tecnológicas" no
pueden proporcionar.
Tomando esto como referencia, cualquier actividad que permita una
estimulación más compleja y más activa de nuestro cuerpo, logrará una
estimulación cerebral más completa y armónica, algo fundamental sobre todo en
el desarrollo durante la infancia.
Por eso somos tantos los profesionales que, sin tener que renunciar a
los avances que supone la tecnología, abogamos por el mantenimiento del dibujo
y la escritura como actividades fundamentales en el día a día de los niños
y también de los adultos.